Esta obra aborda el deseo de posesión, presente en todo ser humano, conexo en ocasiones con el rompimiento de normas (en forma encubierta o no), la mitigación de la soledad o de la añoranza, la satisfacción sexual, entre otros aspectos.
De igual manera alude la existencia de seres que quizás desearían romper sus silencios.
Fotografía de un garaje, de la zona Terraza 35 de Caricuao, en donde cuelgan muñecas del techo, totalmente visibles desde la calle. En la foto se aprecia un fantasma (posiblemente de una de las hijas fallecidas del dueño), fotografiado en mayo, 2016/Artículo de El Informador (20/07/16) acerca de uno de los tantos modelos de muñecos que son usados por los adultos actualmente para contrarrestar la soledad.
Colección de muñecas restauradas por la artista/Artículo de El Universal, con fecha del 23 de enero de 2011, el mismo hace referencia a la colección del Balcón de las Muñecas de Santa Rosalía.
Escena que representa a la artista a los cuatro años (quien fue abusada sexualmente en el colegio) con sus muñecas/Artículo de Sexualidad 180: Muñecas sexuales son alternativa para el placer.
Escena que representa a la madre de la artista (quien sufre de esquizofrenia) en una de sus crisis/Artículo de prensa (del año 2011) acerca de un profanador de tumbas ruso que realizaba muñecas con los cuerpos de niñas y mujeres muertas.
Muñeca hallada en zona abandonada por las inundaciones en Nueva Tacagua (2010)/Artículo de El Universal (septiembre, 2015), sobre los 61 años de la pérdida física de Armando Reverón.
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