Artista, escultora, escritora japonesa.
Arte Rupestre, Arte Colonial, Arte Contemporáneo, Numismática, Heráldica, Exposiciones, Concursos...
jueves, 9 de noviembre de 2017
sábado, 28 de octubre de 2017
viernes, 21 de julio de 2017
lunes, 26 de junio de 2017
Postales en honor a Jorge Luis Borges
Embajada de la República Argentina
De venta en las Librerías Lugar Común
Varios diseños
Diversos artistas
De venta en las Librerías Lugar Común
Varios diseños
Diversos artistas
Hora Hís (2016)
El libro de los recuerdos (Homenaje a Borges)
Obra háptica: fragmentos en braille, collage y técnica mixta sobre papel.
miércoles, 19 de abril de 2017
Las Cuevas de Lascaux
Durante la Segunda Guerra Mundial cuatro jóvenes (ociosos) fueron a cazar a los bosques de Francia. Seguían el rastro de una pobre ave herida con su perro, cuando de repente éste desapareció en un hoyo situado al pie de la pared de un acantilado. Los muchachos, a gatas, se adentraron en el hoyo para explorar y descubrieron un agujero en el suelo donde había caído el perro.
Luego de comprobar que el agujero no era muy profundo bajaron por la pared y rescataron al animal. El agujero era la entrada de una cueva y acababan de descubrir uno de los mejores ejemplos de pinturas rupestres de todos los tiempos: Las cuevas de Lascaux. Había 600 pinturas y 1500 grabados que representaban, entre otros, a toros de cinco metros de largo.
Los muchachos guardaron el secreto durante una semana y luego regresaron a la cueva con faros de bicicleta para seguir explorando, hasta que por fin se lo contaron al profesor del pueblo: Leon Laval. Unos expertos analizaron las cuevas y el resultado fue que ¡las pinturas tenían 17.000 años de antigüedad!
Luego de 17 años de turismo en el lugar decidieron otorgarle mayor protección debido a que los visitantes destruían con gran rapidez todo lo que se había conservado por miles de años.
Terry Deary (adaptación libre)
Arte Rupestre en la Escuela
Una Galería
Por: Horahís Suárez
Lic. en Educación (UCV), diplomada en Investigación y Conservación Preventiva del Arte Rupestre (UNEFM), tesista en la Maestría de Artes Plásticas (UPEL/IPC).
El Arte rupestre es un conjunto de rastros que poco a poco nos llevan a otros tiempos, a nuestros orígenes. Formas mágicas de ver el entorno y la vida en general, pintura natural, grabados sobre rocas, todo lo que casualmente hemos comprobado que puede hacer verdaderamente feliz a un niño.
Los petroglifos, pictografías, geoglifos o piedras míticas se asemejan al juego de un niño pequeño que, descubriendo la naturaleza y el mundo, va experimentando, produciendo y reproduciendo, con superstición y seriedad, lo que él considera su verdad. ¿Y quién podría refutar su verdad? ¿Quién, en su omnipotencia, podría desvalorizar sus creaciones?
Desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, el arte en rocas tiene un inmenso valor por ser “nuestro” y así describirnos evolutiva y culturalmente. Es indudable que posee una belleza única, con el agregado espiritual y la valía que le proporciona el hecho de que, para ejecutarlo, el artista en forma habitual tenía que producir sus instrumentos y transformar la naturaleza en su obra. Es decir, la practicidad que caracteriza a los artistas modernos, que compran todo hecho, no es característica propia de los artistas rupestres.
Pero no todo el mundo conoce este valor, por eso es necesario introducir al Arte Rupestre en la escuela, lugar donde se masifican los conocimientos. La escuela puede incluso convertirse en una gran galería, compuesta por esas obras que son realizadas, expuestas y protegidas en aulas, pasillos, auditorios y bibliotecas: los trabajos investigativos, fotografías, carteleras, pinturas, esculturas y artesanías relacionadas con el Arte Rupestre de su localidad, estado, país o del mundo.
De eso se trata este trabajo; se propone que la escuela entera se convierta cada año en una Galería de Arte Rupestre Escolar, con el fin de que los estudiantes valoren dentro de ese ámbito y a temprana edad, el patrimonio cultural real que van a encontrar fuera de la escuela, incluso en sus entornos cotidianos, ya que son muchos los niños que viven cerca de estaciones de Arte Rupestre.
Todas las fotos que se incluyen en este trabajo, son propiedad de la autora y fueron tomadas (con autorización de los padres) en su taller de arte ubicado dentro de la U.E.N.B. Gran Colombia, en la Escuela para la Diversidad Funcional Motora Belén María Sanjuán y en su Taller de Arte Infantil Mi cuevita del Arte, ubicado en el Centro de Caracas.
Los petroglifos, pictografías, geoglifos o piedras míticas se asemejan al juego de un niño pequeño que, descubriendo la naturaleza y el mundo, va experimentando, produciendo y reproduciendo, con superstición y seriedad, lo que él considera su verdad. ¿Y quién podría refutar su verdad? ¿Quién, en su omnipotencia, podría desvalorizar sus creaciones?
Desde la antigüedad hasta nuestros tiempos, el arte en rocas tiene un inmenso valor por ser “nuestro” y así describirnos evolutiva y culturalmente. Es indudable que posee una belleza única, con el agregado espiritual y la valía que le proporciona el hecho de que, para ejecutarlo, el artista en forma habitual tenía que producir sus instrumentos y transformar la naturaleza en su obra. Es decir, la practicidad que caracteriza a los artistas modernos, que compran todo hecho, no es característica propia de los artistas rupestres.
Pero no todo el mundo conoce este valor, por eso es necesario introducir al Arte Rupestre en la escuela, lugar donde se masifican los conocimientos. La escuela puede incluso convertirse en una gran galería, compuesta por esas obras que son realizadas, expuestas y protegidas en aulas, pasillos, auditorios y bibliotecas: los trabajos investigativos, fotografías, carteleras, pinturas, esculturas y artesanías relacionadas con el Arte Rupestre de su localidad, estado, país o del mundo.
De eso se trata este trabajo; se propone que la escuela entera se convierta cada año en una Galería de Arte Rupestre Escolar, con el fin de que los estudiantes valoren dentro de ese ámbito y a temprana edad, el patrimonio cultural real que van a encontrar fuera de la escuela, incluso en sus entornos cotidianos, ya que son muchos los niños que viven cerca de estaciones de Arte Rupestre.
Todas las fotos que se incluyen en este trabajo, son propiedad de la autora y fueron tomadas (con autorización de los padres) en su taller de arte ubicado dentro de la U.E.N.B. Gran Colombia, en la Escuela para la Diversidad Funcional Motora Belén María Sanjuán y en su Taller de Arte Infantil Mi cuevita del Arte, ubicado en el Centro de Caracas.
La Galería Escolar de Arte Rupestre
Hay quienes tienen dudas acerca de si el Arte Rupestre es arte. Obvia e indiscutiblemente lo es: el arte es expresión y, sea cual sea la necesidad que haya motivado la expresión del hombre originario, su producción plástica es artística. Además, existe una gran semejanza entre el arte del hombre primitivo y el de los niños: el primero nos dejó muestra de su presencia con dibujos antropomorfos y zoomorfos, arcillas frotadas y marcas de los contornos de sus manos en paredes de cuevas. Y los segundos, con sus monigotes o primeros intentos de representaciones humanas, muchas veces sin tronco, sus animales mágicos y sus fantasías, bien pueden simbolizar aquello que no comprenden, explicar lo que sucedió o lo que desean que suceda.
El arte, como todo arte, debe ser valorado y respetado, fundamentalmente si de ello incluso depende nuestra autocomprensión. Sin embargo, no todo es como debería ser. Y en esto también se asemeja el arte infantil al arte rupestre.
El arte de los niños tiene un sentido supremo: con los primeros garabatos podemos ir descubriendo desde la personalidad hasta las carencias. Por ejemplo: si el trazo es regularmente curvo, el garabato nos describe a un infante enérgico. Así mismo, un dibujo nos logra decir el momento en que puede aprender a leer un pequeño o el nivel de madurez para ingresar a la escuela primaria. Por otra parte es mucho más fácil para los niños expresar un trauma a través de una pintura que usando sus palabras. No obstante, todo garabato pasa a ser “comida” para incontables papeleras. En muchos casos, gran parte de esos dibujos y pinturas, incomprensibles para muchos adultos, son sólo estorbos en la casa y no son considerados como arte.
El Arte Rupestre sufre la misma incomprensión y la misma indolencia. Mucho en el Arte Rupestre describe nuestras costumbres, nuestras necesidades, tanto ancestrales como modernas, nuestra evolución y la mayoría de él se encuentra en lugares sin protección, abandonado a la suerte de la conciencia cívica de la población y a su sensibilidad sobre el patrimonio cultural. No importa cuánto nos defina y todo su valor cultural y patrimonial: puede estar siendo destruido en este momento para abrir paso a una nueva carretera o embalse, o para “limpiar” un terreno para la siembra. También puede estar aún sin avistar (generalmente es este el más protegido) o intencionalmente cubierto de basura y desechos por dueños de fincas.
La escuela es el lugar en donde se visualizan la mayoría de los cambios sociales y culturales. El aula tiene un poder enorme con respecto a temas tales como la valorización y protección del ambiente en general, los animales y el Arte Rupestre. Si se desea que las estaciones de Arte Rupestre sean respetadas por los adultos, hay que comenzar a sensibilizar a esos adultos (con todo su poder para devastar, destruir y maltratar) desde que son niños. Por supuesto, es más fácil crear conciencia en un niño que en un adulto, ya que esos valores realmente se infunden en la niñez y la facilidad también deriva de la sistematización de la educación. Muchos de los adultos que destruyen no están inmersos en el sistema educativo (posiblemente nunca lo estuvieron) o no han recibido formación alguna en torno a la protección del patrimonio cultural.
Además, son muy pocos los programas que llegan a la sociedad en general sobre este tema, no obstante, los niños son suficientes para que desde el sistema educativo se difunda el valor y el respeto que la sociedad debe al Arte Rupestre. El maestro puede y debe hacer fértiles aportes a la conservación preventiva de este arte desde el aula.
La escuela incluso puede convertirse en una gran galería y allí, los trabajos que son realizados, expuestos y protegidos en aulas, pasillos, auditorios y bibliotecas; las investigaciones, las fotografías, carteleras, pinturas, esculturas y artesanías relacionadas con el Arte Rupestre de su localidad, país o del mundo, forman parte de su propio museo. Y en este museo escolar se les permitirá poco a poco valorar lo que de otra manera no hubiese tenido tanta valía: los yacimientos y los museos comunitarios de Arte Rupestre.
Las actividades por realizar antes y después de las exposiciones pueden ser tan diversas como las capacidades de los niños. Una buena planificación puede asegurar todo un lapso escolar repleto de aprendizajes y diversión. Los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales deben perseguir el conocimiento y valoración del Arte Rupestre, así como su identificación y comprensión al finalizar el año escolar.
Actividades como visitar los yacimientos de Arte Rupestre cercanos a la localidad pueden abrir paso a su estudio. Así sería prudente partir del reconocimiento de aquellos elementos de la expresión plástica que se visualicen en una estación, hasta llegar a una reflexión sobre el estado de conservación. Estudiar los tipos de líneas utilizados, advertir cómo las líneas se transforman en formas, los colores utilizados, la creación de los pigmentos, las mezclas de colores (si las hubiese), las técnicas que pudieron emplearse, percibir las texturas y describirlas y desarrollar experiencias similares al llegar a la escuela.
Textos pequeños y adaptados a las edades pueden ayudar en la comprensión de ciertas representaciones simbólicas. Investigaciones acompañadas de exposiciones orales, pancartas, concursos, exposiciones fotográficas, teatro, artesanías y realización de afiches para la conservación preventiva del Arte Rupestre, forman parte de algunas dinámicas recomendadas. Las artes plásticas son ideales y muy llamativas; nos permiten reconocer, comprender y reproducir petroglifos y pictografías de cada estado.
La metodología pueden ser: técnicas ecológicas (con pigmentos naturales, reciclaje o la utilización de material de provecho), utilización de técnicas mixtas (húmedas y secas, mezcla de materiales y procedimientos, etc.), frotado (con papel rasgado y creyones de cera); se puede utilizar plastilina y/o pintura, etc. Lo importante es lograr que el niño perciba el valor de lo que hace, reconozca así su valía cultural y patrimonial y comprenda por qué ha de proteger este arte. Generalmente, cuando hay un esfuerzo implícito, hay valoración: el niño reconoce fácilmente que es una obra que representa una expresión, que cuesta trabajo, dedicación y, que merece respeto.
Y, como en la clase de artes se debe procurar la expresión y estimular la creación, los poemas, ensayos personales y obras plásticas inspiradas en el Arte Rupestre serán más significativos que la reproducción fiel.
De esta forma los niños van descubriendo que es cada vez más suyo este arte, que por desconocimiento es poco valorado, respetado y cuidado por el resto de la comunidad. Así que ellos, mediante la galería escolar y sus exposiciones contínuas y permanentes, educarán a su entorno.
Conclusión
El Arte Rupestre nos remonta a nuestros orígenes, nos narra la forma de vivir de nuestros antepasados y sus maneras de vislumbrar el mundo, lo cual a su vez nos explica en gran medida nuestra vigente manera de comportarnos, la existencia de nuestros actuales miedos y nuestra constante búsqueda espiritual.
Hacer que los niños reconozcan estas manifestaciones y valorar nuestra propia cultura, no es una opción, es una necesidad. Las formas de aprender a valorar las estaciones de Arte Rupestre; los petroglifos, pictografías, geoglifos y piedras míticas, deben ser variadas y atractivas, tan diversas como para apreciar el tema y motivar en ellos el aprendizaje afectivo, que es la mejor manera de aprender.
Los contenidos conceptuales deberían enmarcarse tanto en los elementos y técnicas de expresión plástica como en la iniciación del manejo de la terminología apropiada y próxima a la arqueología y al Arte Rupestre. Los contenidos procedimentales deberían promover la experimentación y creación, y los actitudinales, el respeto y el valor hacia nuestras raíces e igualmente hacia todo aquello considerado “diferente” o “desconocido”. El valor hacia el arte propio o ajeno es tan importante como el respeto al prójimo, ya que las expresiones forman parte de cada ser.
La realización de “Mini-estaciones de Arte Rupestre”, murales con pictografías de alguna región, el trabajo con barro, etc.: las técnicas son infinitas y sólo el amor y la constancia en cada actividad logrará el efecto deseado: niños y niñas conscientes del valor cultural de este arte.
La posterior exposición en una gran galería, no sólo les permitirá a ellos reforzar lo aprendido, esa exposición aleccionará a los padres, cuidadores, visitantes y a la comunidad en general, quienes serán educados indirectamente.
En la escuela especial Belén María Sanjuán
Bibliografía
Crotti, E. y Magni, A. (2009). Garabatos. El lenguaje secreto de los niños.
Barcelona, España: Sirio.
Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural (3 de septiembre de
1993). Gaceta Oficial, nº 4.623. Extraordinario. República Bolivariana
de Venezuela.
Martínez Celis, D. (2004). Manual de Arte Rupestre de Cundinamarca.
Bogotá: Instiruto Colombiano de Antropología e Historia
ICANH/Secretaría de Cultura de Cundinamarca.
Patrimonio Visual y Contexto. Material de Apoyo para Docentes del Área
Artística: Visual EGB I y II. Disponible en:
http://www.me.gov.ar/curriform/publica/Salta/curr_salta_completo.PDF
En la Gran Colombia, Caracas
En el taller de arte infantil Mi cuevita del Arte, Caracas
Teatro de sombras (títeres diseñados por Lilian Maa'Dhoor)
Fotografía: Hora Hís
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