domingo, 11 de mayo de 2014

Manifiesto del Artista II


“Era sed de muchos años retenida en nuestro cuerpo. Palabras encadenadas que no pudimos decir sino en los labios del sueño”. Frida Kahlo

“La intimidad es el último refugio. Si se pierde o se sacrifica, ¿Dónde vas? ¿Qué te queda? ¿Qué haces cuando quieres desaparecer? ¿Dónde te das una pausa?”. Miguel Bosé



Yo era una niña de 9 años, jugaba a las muñecas sólo cuando estaba sola, allí cobraban vida. Por lo general prefería jugar con mis amigos en la calle ciega a: Policía y ladrón, Cero contra por cero, Voleibol, Las brujas, etc. La calle me encantaba, también las casas de Érika y de Johana, siempre estaban solas así que hacíamos desastres, juntas y felices.

Mi casa era increíble: grandísima, con un jardín en la entrada, los árboles tenían alrededor esculturas que jamás he vuelto a ver en árbol alguno, una puerta con vitrales, un garaje, un patio, techo de tejas, un cuarto para mis juegos, un comedor gigante, una cocina de sueños con una ventana preciosa. Sin embargo estaba muy muy abandonada y mis amigas decían que mi casa era una casa de fantasmas. En el jardín tenía árboles frutales y plantas medicinales (mamones, naranjas, limones, guayabas, toronjil, etc). Los niños se metían a robar mamones y mi abuela (tinerfeña) los sacaba a punta de regaños. Así, mi abuela era célebre por su carácter, llamaba la atención a todos, incluso a las madres que delante de ella le pegaban a sus hijos, se los arrebataba de las manos y los consentía. De esta forma recuerdo mi casa y a mi abuela.

En la noche sufría de pánico. Tenía terror absoluto apenas caía la noche. Sentía que no podría dormir jamás, sufría de insomnio (aún me sucede) y no lo podía explicar pero era algo así como que algo malo me tomaría, aunque me cubrieran todos mi seres queridos, aun así siempre habría algún espacio descubierto por el que me alcanzaría el Mal.

Mi casa se llamaba Buenos Aires. Siempre que mi familia iba a mi hogar se decían entre ellos: “¡vamos a Buenos Aires!” Eso evidentemente daba la impresión de que viajarían a Argentina. En mi casa se quedaban todos, había espacio de sobra. Allí se jugaba Bingo hasta tarde, bebían y reían. Generalmente mi gran casa estaba habitada únicamente por mi abuela (distraída, callada, ausente), mi perra, mis muñecas, los fantasmas y yo, así que tener gente en mi casa era sinónimo de felicidad.

Recuerdo que volaba en el pasillo, en mis tardes solitarias, llenas de muñecas, y no sólo lo evoco como un juego, es tan real como cualquier otro recuerdo: yo volaba. Me acuerdo cuando me elevaba con mis pies sucios y sudados, en mis cholitas ortopédicas, recuerdo sentir mi bata rota y casi transparente en mis manos sudadas y sucias, apretarla en mis manos con algo de miedo, luego, arriba, tocar el techo con mi cabeza, suave, sin golpes, poco a poco me manejaba en el aire y veía el piso lejos. Tocaba las mariposas en el techo, esas grandes que asustaban a mi madrina, negras y peludas, las quitaba de allí sin necesidad de escoba, ya no la asustarían…  un ligero toque con mi dedo y se iban a otro lado. Yo me sentía como ellas: fea, voladora, peligrosa… a mi no me asustaban, pero las quitaba además para que no las mataran a escobazos.

Una vez me contaban un cuento mi tía Chapi (estudiante entonces de Letras) y mi tía Chichi (estudiante para aquel tiempo de Economía), no sé de qué se trataba, yo estaba en mi ataque de pánico extremo, callada, sin decir nada… Una de las dos cerraba la narración con la frase: “he allí la paradoja…” y en ese momento sentí que no podía más con el miedo y comencé a gritar y llorar. Ellas me abrazaban insistiendo en que la paradoja no me haría daño, que no era un animal ¡ni mucho menos un monstruo!!!  Yo no estaba así por la “paradoja”, era mi estado natural de las noches, pero ellas todavía se ríen de mi y preguntan si le temo a la susodicha…

Tenía 9 años entonces, cuando mi tía Chichi (lo más parecido a una mamá para mi) contrae matrimonio y se va. Igual estaba poco en casa pero dormía en las noches abrazada a mi, me acariciaba, me compraba juguetes y me llevaba a pasear a veces. Así que mi depresión fue inmensa cuando ella se fue. Antes de irse me preguntó qué quería estudiar, no en un futuro, ya, ella me lo pagaría. Yo sonriendo pero con lágrimas le pedí que me inscribiera en “Artes Plásticas”.

Era la más pequeñita del salón de pintura y me llamaban Vincent (por Van Gogh). No me faltó nada, todo lo que necesitaba para crear mi tía me lo compraba. En la escuela era la artista, todo estaba hecho por mi: carteleras, ofrendas a la virgen, los recuerdos de la canonización del padre Enrique…

En la adolescencia me cambiaron al Museo Jacobo Borges y llegó a ir a mi clase ese pintor, estaba muy emocionada. Pintar para mi no era sinónimo de una profesión, carrera, negocio (quería ser maestra de niños): pintar para mi era mi vida, mi disfrute, mi alegría. Mi casa, mi entorno, mi cuarto, todo era mi museo, aunque casi nadie fuera a él.

El tiempo fue pasando, mi abuela regresó a su país: España y yo me mudé al apartamento de soltera de una de mis tías, con tan solo 12 años. El terror era inmenso de noche, pero poco a poco se fue; ya no estaba en la casa de los fantasmas, así que las luces encendidas apaciguaban el miedo.

Cuando me sentía sola llegué a invitar a amigos, hacíamos fiestas bebíamos y reíamos, sin embargo pronto me di cuenta de que el pasado familiar no podría regresar y, estar sola no era tan malo, así que comencé a disfrutar más mi soledad. Pude haber quedado en estado siendo niña, ser drogadicta o alcohólica, sufrí abandono del bravo, pero ya yo había conocido algo maravilloso: el arte y nada me llenaba igual.

Ya Hora Hís, la artista, había nacido, a los nueve años, y pude probar muchas cosas, pero nada fue igual que el arte. El teatro, la danza, la pintura, ya forman parte de mi. Como espectadora, como creadora, como partícipe, no importa, ya las artes están en mi y son mías sin importar que mis obras no estén en galerías. Mi arte es mi refugio, mi guarida. Mi casa se viste de bosque cuando quiero, mi baño tiene grandes insectos en el techo, mi sala es un jardín de muñecas, mi escuela ha llegado a ser un mar (hecho en conjunto con mis niños) y, realmente no me importa que socialmente pase desapercibida como artista (en mi comunidad soy totalmente reconocida como "la profe. de artes de los niños"), más allá de eso está el hecho de que ningún título en el mundo puede darme lo que ya por esencia soy, nací así, sensible hasta los tuétanos, por error, por abandono, por traumas, por miedo, por alegría, por disfrute…  ¿Qué tuvo más peso? No sé… Llegué a las artes por soledad y deseos de expresión y aquí me quede, y de aquí nadie me saca.

Sería como borrar mi nombre, sería como quitar mi sangre. Todos somos creadores, yo tomé el pincel y pinté mi vida, y la sigo pintando a veces con muchos errores, pero está bien, de los errores aprendemos y con los errores crecemos.

Ser artista para mi es aceptar la vida que tenemos pero cambiar lo que no nos gusta, lo más que podemos, para sentirnos a gusto aquí. Ser artista para mi es pintar el bosque que quiero en mi entorno, verde y con flores, aunque fuera de casa hayan carros y contaminación. Es beber para prender la chispa de la creación no para hundirme en la tristeza. Es bailar para celebrar la vida, es actuar para vivir mil vidas, porque hay fuerza para trescientas vidas y más en mi.

Ser artista es drenar mi hiperactividad, es menguar mi rabia, es frenar mi violencia, es reír y llenarme la boca de barro y pintura, comerlo con mi arepa, para no levantarme a lavarme, porque no quiero perder el tiempo en eso. Es perder mi ropa todas las semanas llena de abrazos de colores de niños que a su vez pierden el miedo a mi lado, que ven a una tía en mi, que no se va, que no se marcha, que siempre está allí.



 Yo, a los 9 años, en mi cuarto.








Yo, en mi apartamento actual, mi refugio.












7 comentarios:

  1. De verdad, quede sin palabras, cuanta magía se percibe en este texto, sin duda, eres una gran artísta y guardian de todos los niños y animales, Dios te bendiga siempre. ¿ En serio jugabas Policia y ladron? Que divertido jejejejeje me imagino cuantas aventuras realizabas diariamente . En suma, que bello tu refugio aunque esos lentes los conozco yo claro los mios eran más bonitos, ultimo grito de la moda tienes que reconocerlo y ese pantaloncito corto yo tenia uno igual ¿Porque no te tomaste la foto con un vestido y un sombrero?
    copiona jejeje =)

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    1. Jajajaja... Copiona, deja la envidia. Sabes que mis pantaloncitos y mis lentes eran más lindos. Te quiero bella.

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    2. Jumm jejejeje no es envidia, te estoy diciendo la verdad mis lentes eran más bonitos que los tuyos parecia más bien una mosca cuando me los colocaba como accesorios jejeje y mis pantaloncitos eran super bellos tenia botoncito de corazones.. Insisto! eres una Copiona mill veces copiona. Besitos

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    3. Besos guapa. Está bien. Dejaré que creas que tus lentes y pantalones eran más lindos, pero créeme que tenía un maravilloso e incomparable reloj. Jeje... No puedes con eso ;)
      Muack!!!

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  2. Respuestas
    1. Te recontraquiero... Me debes un dibujo hermosísima, lo llevaré siempre en mi corazón <3

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    2. Segurisisismo, te lo haré. Amiguita copiona Tqm

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